Miniserie: ¿Cómo me convierto en emprendedor? Los primeros pasos

Miniserie: ¿Cómo me convierto en emprendedor? Los primeros pasos

  • Emprendedores y Autónomos

Con lo divertido que suena ser emprendedor (o empresario), el camino para alcanzar el éxito no suele estar tan lleno de rosas, sino que más bien es duro y dificultoso. Una vez que han tenido una idea y la pasión está encendida, muchos se preguntan: ¿cómo me convierto en emprendedor realmente? A esta y a otras preguntas más trataremos de responder en nuestra nueva Miniserie.

Para empezar, aclararemos las primeras preguntas que cualquier emprendedor se hace y analizaremos los primeros pasos necesarios para un comienzo con éxito en el mundo empresarial.

1. El comienzo

Al comienzo está la nada, aunque en el caso del emprendedor no es del todo aplicable, porque al comienzo se sitúa la idea. Si la primera ocurrencia ya ha madurado hacia una idea concreta, empieza la fase intensiva de la planificación. Aquí se recomienda  tomarse el tiempo y la calma suficientes para reflexionar detenidamente sobre su futura empresa. ¿Qué me gustaría lograr con mi empresa? ¿A quién me gustaría alcanzar? ¿Dispongo de los medios económicos, del tiempo y de la pasión suficientes? Muchas preguntas, pocas respuestas. Al comienzo.

Por esta razón, la fase de planificación es el momento idóneo para trazar un plan de negocio, que constituye la parte central de cualquier empresa. El plan de negocio y/o el plan comercial es un resumen redactado y detallado de la idea de negocio y comprende toda la información importante y esencial que es relevante para la empresa. Básicamente contiene una descripción del producto, un análisis de los grupos objetivo, un cálculo del potencial y de los riesgos, las metas y las estrategias de la empresa, el marketing y, muy importante, un plan financiero. En realidad, el plan financiero no solo es importante para el propio emprendedor, sino también para todos los participantes que él utiliza para la realización de su idea. Se podría decir que el plan de negocio es al comienzo la candidatura de la que depende el éxito o el fracaso de una empresa.

2. Entrar en acción

Si ya se ha dedicado el tiempo y la calma suficientes a la planificación y al plan de negocio, ha llegado por fin el momento de entrar en acción. Al comienzo es preciso aclarar cuál será la forma jurídica de sociedad de la empresa. ¿Se tratará de una empresa individual o de una empresa pequeña? ¿Se pondrá en marcha como una empresa comercial?

Una vez que la forma jurídica está clara, el primer camino lleva a todos los futuros emprendedores directamente al Registro Mercantil Provincial, donde es preciso registrar la empresa. A continuación, se recibe rápido una carta de la Agencia Tributaria. Es necesario especificar, además, si hay otras personas contratadas en la empresa. En caso afirmativo, es preciso solicitar un número de registro de empresa y realizar el registro en el Seguro de Enfermedad. Los siguientes pasos consisten en el registro en la Cámara de Comercio e Industria correspondiente, en una asociación profesional y, si son empresas comerciales, en el Registro Mercantil también. Los trabajadores liberales, por cierto, no tienen obligación de realizar ningún trámite de constitución, sino que van directamente a la Agencia Tributaria.

Si se ha superado la maratón de las administraciones, el emprendedor registrado debe ocuparse ahora del tema de la seguridad: queda pendiente la cuestión de la protección de la marca y los seguros.

Ocuparse del tema de la protección de la marca es importante por dos sencillas razones. Primero, porque desea seguir siendo único y, segundo, porque se protege de ser copiado y de copiar uno mismo a alguien. Tiene sentido inscribir el derecho de protección comercial, con el fin de que las ideas y conceptos laboriosamente desarrollados no puedan ser robados ni copiados. Existen distintas posibilidades a este respecto para la protección de todo aquello que se considera propiedad creativa de una empresa, bien una patente, bien los dibujos y modelos (diseño), bien una marca. También es válido para el nombre de la empresa, que en general está asegurado frente a las copias por el registro en el Registro Mercantil. Esto supone para el emprendedor, al mismo tiempo, que debe enfrentarse otra vez, de forma intensiva y dentro de plazo, a la búsqueda del nombre, con lo cual deberá volver a poner los pies en la tierra suavemente. Para comprobar si el nombre ya ha sido adjudicado, existe el Registro de Empresas Acreditadas. Además, compensa echar un vistazo en la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM).

Cuando ya se está suficientemente protegido, hay que ocuparse a continuación del tema de los seguros, que puede resultar algo desagradable, pero que es importante. En este punto se permite un suspiro general, porque como emprendedor también se tienen determinadas obligaciones y el seguro, el cálculo y la minimización de riesgos están entre ellas.

Obligatorio para emprendedores y trabajadores es el seguro de enfermedades legalmente prescrito. El poder legislativo no se toma a broma este asunto, por lo que no se debería uno poner tropiezos innecesarios tratándolo de forma negligente. Además, algunos otros seguros esperan ser analizados a fondo. Razonables parecen el seguro  de incapacidad laboral, el seguro de accidentes y otros seguros comerciales, como el seguro de responsabilidad civil o el seguro empresarial de daños patrimoniales. Como no se debería subestimar la gran abundancia de seguros, sobre todo sus costes, a continuación se encuentra una visión general sobre algunos seguros empresariales.

3. Sin pasta no hay diversión

En este punto queremos hablar brevemente sobre el plan financiero ya mencionado en el plan de negocio. Como dice el viejo y sabio dicho alemán de “Sin pasta no hay diversión”, es preciso reflexionar muy detenidamente cómo se va a financiar la empresa. En un buen plan financiero se incluyen muchos detalles y pormenores, aunque en líneas generales podemos determinar estos cuatro pasos.

Reunión de capital inicial suficiente

La creación de una empresa no solo va ligada a un gran derroche de sudor y entusiasmo, sino también a una gran cantidad de gastos. Estos gastos deben ser cubiertos y soportados y, en no pocas ocasiones, una creación con éxito fracasa porque el grifo se va secando lentamente. Por eso es necesario que el emprendedor reflexione de dónde recibe el capital. Se empieza con capital propio, se empieza con dinero de la empresa, que finalmente debe ser reembolsado sin intereses. Si el capital inicial se compone de varias participaciones de capital propio, sin embargo, eso también significa que a cada inversor le pertenece una parte de la empresa. La otra vía pasa por una mezcla equilibrada de capital propio y capital ajeno, que debe ser reembolsado, pero que constituye el menor riesgo posible.

Selección de la cuenta empresarial

Hay que tener en cuenta que ni todos los bancos son iguales ni las necesidades de cada empresa tampoco. Hay que cuestionarse aquí las pólizas de crédito disponibles y la internacionalidad del banco.

Buena contabilidad

Lo lógico es llevar a cabo una contabilidad útil y meticulosa, ya antes del registro de la empresa, y ponerla en práctica consecuentemente desde el primer día de la planificación y de la entrada de los primeros céntimos.

Impuestos

Uno de nuestros temas favoritos, después de los seguros, es el de los impuestos. Tampoco aquí se aconseja tratar esta cuestión de forma engañosa y chapucera, sin embargo, porque los asuntos fiscales suelen ser castigados severamente. Se aconseja, eso sí, analizar el tema en profundidad antes de nada, con el fin de saber exactamente qué impuestos hay que pagar y desde cuándo.

El comienzo de la iniciativa emprendedora propia seguramente no sea algo sencillo, pero tampoco imposible, cuando uno se organiza y lleva a cabo la tarea con constancia y ambición. No hay que olvidar nunca que ningún emprendedor ha alcanzado el éxito de un día para otro. Detrás de todos los éxitos hay mucho sudor y constancia. Antes de nada, hay que superar los comienzos.

En las siguientes etapas, queremos pasar de ser un emprendedor oficial a ser un emprendedor conocido. Sería una pena que solo nos conocieran las administraciones.